jueves, 11 de agosto de 2011


El verbo es una palabra, con estructura bimembre, que indica acción (comer, jugar, correr, saltar, pensar, dibujar), estado de ánimo (reír, llorar, parecer, suspirar, soñar) o acontecimientos de la naturaleza (nevar, llover, temblar)

Ejemplos :
a) Acción
Ella come muy rápido

Pedro juega con la pelota

El perro corrió hasta que alcanzó a su amo

b) Estado de ánimo
Mi mamá ríe nerviosamente

Él llora sin parar

Mi hermana parece triste

c) Fenómeno natural
Hoy nevará toda la tarde

Anoche llovió fuertísimo

Temblará pronto

En la oración, el verbo funciona como el núcleo del predicado. En la terminación verbal podemos identificar el tiempo en que se realiza la acción, el modo en que se realiza, la persona que realiza y el número.
Las palabras que complementan el sentido de los verbos se llaman complementos. Estos pueden ser: complemento directo, complemento indirecto y complemento circunstancial. El complemento en general es todo conjunto de palabras que completa el significado de un sustantivo o de un verbo, limitándolos convenientemente.
El complemento directo denota el objeto en que directamente recae la acción del verbo. El complemento indirecto denota el objeto en que recae indirectamente la acción del verbo e indica la persona o cosa que recibe el daño o provecho. El complemento circunstancial expresa las circunstancias en que recae la acción del verbo y puede ser de modo, lugar, tiempo, etc.
Los verbos pueden ser transitivos e intransitivos. Son transitivos cuando la acción del verbo recae sobre otra cosa. Con los intransitivos sucede lo contrario, recayendo la acción directamente.
Los verbos pueden tener variaciones que son denominadas accidentes del verbo. Esas variaciones pueden ser de diferentes maneras. Pueden variar en número y persona; o sea, un verbo puede estar en primera segunda o en tercera persona. Pero estos también pueden estar en singular o en plural.
También pueden variar en tiempo y en concordancia. Por el tiempo el verbo puede estar en presente, pasado y futuro. Y atendiendo al modo puede variar en tres formas diferentes: modo indicativo, modo subjuntivo, modo imperativo,  a las que se agrega el infinitivo (en algunos casos también llamado modo infinitivo, aunque no lo es propiamente).
El modo indicativo enuncia un hecho cierto, positivo o negativo. El modo subjuntivo expresa duda, deseo o condición. El modo imperativo expresa mandato; o sea, una orden que debe cumplir una segunda persona.
También los verbos pueden variar de una forma diferente que no está definida ni por el tiempo, ni por el número, ni por el modo, ni por la persona. Son las formas infinitivas del verbo.
Estas formas pueden ser infinitivo, gerundio y participio. En un verbo estará en infinitivo cuando termina en ar, er o ir. Estará en gerundio cuando termina en ando o iendo, y estará en participio cuando termina en ado, ido, so, to y cho.
Conjugación de los verbos                                                                            
En castellano, entonces, tenemos que todos los verbos en infinitivo (sin conjugar) terminan en “Ar”, “Er” o “Ir”. De acuerdo a esto se clasifican en diferentes conjugaciones.
Existen tres conjugaciones para los verbos:
1ª Conjugación: verbos terminados en AR (saltar, caminar, amar, arrastrar, etc.)
2ª Conjugación: verbos terminados en ER (correr, comer, temer, suceder, querer, etc.)
3ª Conjugación: verbos terminados en IR (vivir, morir, sacudir ir, existir, etc.)
Existen 3 Modos: Modo Indicativo, Modo Subjuntivo, Modo Imperativo, Más las formas Infinitivas
 Algunas actividades:
1). Resuelve la siguiente sopa de letras:



2). Escribe el verbo de cada imagen:
     _____________   _____________      _____________    ______________
   _____________   ______________    _____________    ______________
3). Subraya en el siguiente texto algunos verbos, algunos ya están conjugado, otros no:
Era una tortuga que sabía de todo: qué día empezaba la primavera, quién descubrió América, por qué el elefante tenía trompa… y muchas otras cosas más. Sin embargo, el día que cumplió cien años descubrió que no sabía su nombre. Y se puso muy, pero muy triste. Tanto que empezó a llorar con grandes lagrimones…
—De qué me vale saber tanta cosa —se dijo— si no sé cómo me llamo.
Su amigo el tortugo, que había venido a visitarla y a festejar con ella su cumpleaños, quedó asombradísimo. Nunca había visto llorar a una tortuga. Pero en cuanto ésta le contó el motivo, lo comprendió enseguida. Y le aconsejó:
—¿Por qué no te vas de viaje, tortuguita sabia? A lo mejor, preguntando y preguntando, encuentras a alguien que sepa decirte tu nombre.
Así fue como la tortuga preparó su valija y, siempre llorando, se fue por el mundo a averiguar su nombre. Anduvo y anduvo, pero nadie supo informarla. Ni el elefante Elegante, ni la mariposa Rosa, ni el loro Coro.
Al cumplir doscientos años, llegó de vuelta a su casa. El tortugo la estaba esperando con una torta de doscientas velitas. Y un sobre grande, color rosa. Era una carta de la lechuza Fusa, el más sabio de los animales de este mundo; y en ella le anunciaba que su nombre era… ¡Raquelita!
¡Qué contenta se puso la tortuga!
—¡Raquelita!— murmuró —¡Raquelita! Parece una campanita.
El tortugo le dio un beso y, muy contentos, se comieron la torta.
                         Y Raquelita como tambien tenia hambre se comio tambien las velitas.

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